sábado, 2 de agosto de 2014

LOS 7 HABITOS DE LAS PERSONAS ALTAMENTE EFECTIVAS EN UN MUNDO GLOBALIZADO

Este es un escrito de el alumno Vadim Yañez Perez Castañeda de 4to semestre de la materia "Laboratorio de Liderazgo. 
El mundo se ha globalizado. Siempre habrá rasgos culturales endémicos de cada grupo y que marquen su identidad. Sin embargo cada vez hay más rasgos culturales que se integran a esa cultura universal de la que todos somos parte. Quizás la más universal de todas las expresiones culturales es el deporte. No existe un solo lugar de la tierra al cual no haya llegado este fenómeno, no existe un solo grupo étnico que no tenga arraigada a su identidad alguna práctica deportiva. No existe una sola esfera de la sociedad moderna que no esté relaciona en menor o mayor medida con el deporte, pues sus aristas llegan a todos los ámbitos. Como atletas, entrenadores y trabajadores del deporte en general o como espectadores o simplemente como vecinos de este fenómeno con el cual convivimos y que ya forma parte de nuestra cotidianidad.
Sin duda alguna el deporte es un fenómeno universal de enorme importancia en la conformación del pensamiento moderno.
El deporte está a la vista de la mayoría y es la atención de muchos. Los atletas son el referente y el ejemplo de niños y adultos, más que representar a un equipo o a sí mismos, representan los sueños, ilusiones y esperanzas de quienes lo siguen. Pero sobre todo representan y son la prueba viviente de la superación humana. Es difícil llevar a cuestas semejante responsabilidad consigo mismo y con los demás. Es por eso que  la vida y el pensamiento de quienes están relacionados al deporte de manera más íntima lleva intrínsecos infinidad de hábitos que son también intrínsecos de los ideales deportivos y olímpicos, y que como un motor impulsor les permite seguir su camino abriéndose paso cuesta arriba, pues precisamente cuesta arriba es el camino más difícil pero el único para llegar a la cima. Es justamente en este punto, cuando comienzan las adversidades del camino trazado,  en el que comienzan a aflorar estos hábitos del pensamiento.
Comenzar con el fin en la mente. ¿Cómo pretendemos iniciar un recorrido si no sabemos a dónde queremos llegar? Se requiere de una absoluta convicción de querer llegar a la cima para emprender y transitar semejante camino. Se requiere mantener siempre a la vista la meta, por eso el atleta coquetea con ella en cada entrenamiento, la vislumbra aunque no la alcance aun, sabe que está ahí y que pronto la alcanzara. Eso hacen sus entrenadores
¿Y de dónde nace esa convicción, esa certeza de lo que se quiere? Del entrenamiento y el trabajo diario, del esfuerzo que le ha permitido ir alcanzando logros que poco a poco se van acumulando y que le ha ido grabando en su pensamiento esa consigna que impulsa a los triunfadores, “soy la fuerza y el capitán de mi vida, si quiero, puedo”. El atleta cae inevitablemente pero al día siguiente se levanta, porque forma parte del proceso de enseñanza y asi lo favorece su entrenador. Este atleta es proactivo pues fue conducido a triunfar sobre su fracaso parcial.
Pero no es tan fácil, no basta con ser proactivo, y querer para poder. Es necesario detenerse a afilar la sierra. Hay que pulir y alistar nuestras herramientas para enfrentar los retos típicos del deporte hacia la cima. y que es el proceso de enseñanza sino la adquisición de esas herramientas tan necesarias, que es el proceso de entrenamiento sino la maximización de esas herramientas, llámese sierra o martillo, o conocimientos, destrezas, habilidades, capacidades.
Pero esto no es solo valido para el ámbito deportivo, se aplica a todos los aspectos de la vida de los atletas pues también necesitan prepararse, entrenarse para superar todos los desafíos que tendrán a lo largo de la vida en su camino hacia la cima. Estudiar, trabajar, cultivar su intelecto y su carácter es también afilar la sierra.
Los entrenadores en ocasiones solemos cometer el error de ver en el atleta únicamente  a un atleta, cuando en realidad hay mucho más detrás de la persona que solamente el deportista. Y este suele cargar además de con las situaciones de un comunes en un deportista, con todos los problemas  que se le pudieran presentar a cualquier persona del mundo en su vida cotidiana. Es común ver a atletas agobiados por esto, lo cual es comprensible aunque posean los mejores hábitos para el éxito, pues no son máquinas de ganar medallas. Sin embargo cuando un atleta comprende cuál es su rol y su función en el momento en el que está viviendo, cuando se identifica a si mismo como un atleta vislumbra su meta, fácilmente establece prioridades y se ve obligado a asumir que lo primero es lo primero, lo primero es cumplir con el rol que lo identifica, ser un atleta y prepararse para la gloria deportiva.
¿Pero que lo obliga a tomar esta actitud? No es el entrenador, ni sus compañeros de equipo, ni su familia, ni nada externo a su propio ser. Lo obliga sus propias aspiraciones, su sed de triunfo y superación personal, superación física y mental. En este punto el entrenador es un motivador por excelencia que lo guía y lo ayuda a enfocarse de la mejor manera en sus objetivos trazados
Es imposible entender el deporte sin sinergia. No importa si es individual o por equipos, el deporte es una actividad grupal, integradora, promotora de la sinergia entre sus practicantes. Alrededor de un atleta siempre hay un equipo de trabajo. Entrenadores, psicólogos, fisiatras, nutriólogos, compañeros de equipo etc. La misma actividad de sus funciones obliga a la sinergia, no necesitan ser amigos, solo trabajar en conjunto. Los atletas son competivos y es común también ver pequeñas rivalidades entre compañeros de equipo, rivalidades que muchas veces usan como motivadores personales contra la rutina del entrenamiento diario. Pero ese mismo entrenamiento diario año tras año les ha enseñado a trabajar en sinergia y eso unido a todas los demás hábitos se antepone a cualquier cosa que obstaculice el éxito. El atleta se siente realizado cuando su desempeño táctico permite que un compañero anote y viceversa, el atleta se siente realizado cuando el planteamiento estratégico de su entrenador le permite vencer y viceversa. Si, el deporte inculca sinergia en sus practicantes.

El deporte no es solo un promotor natural de estos valores y hábitos que extrapolan la esfera deportiva sino que también los exige como requisito para su práctica al más alto nivel. A nosotros como entrenadores, nos toca comprenderlos a plenitud y aplicarlos en nosotros mismos para entonces poder transmitirlos de la mejor manera, a través del ejemplo y de la práctica sistemática de los mismos en cada sesión de entrenamiento, en cada competencia, en cada prueba. Para seguir escalando la cima hasta ganar - ganar